Por Aleyda Escobar
Nunca nos cansamos de jugar.
La seriedad de la vida atañe a la responsabilidad que nos toca por haber acudido a este llamado.
No somos calma, somos jugadores, y tenemos nuestros juguetes bélicos, así es en el sexo, los consoladores, los adminículos que usamos para la fantasía.
Pero a quién de verdad queremos en serio, a aquel ser que nos somete y nos lleva al cielo sin necesidad de nave, o a aquél artilugio que nos proporciona igual placer y al cual no podemos hablar, ni criticar su proceder, ni siquiera esperar una apreciación del cariño, ni muestra del amor.
Todo es un juguete y nada lo es.
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